Escritos de Miguel D'Addario: octubre 2018

La división del mundo
Del libro Relatos revulsivos

“Que tiempos estos en los que los locos guían a los ciegos”

William Shakespeare (El Rey Lear)

En un tiempo no computado, el mundo se dividió en dos grupos de personas: Los educados y los no educados.

Y esto sucedió a pesar de que ya no había motivos para la discriminación. El hombre ya comprendía que todos somos iguales, que no había razón para discriminar al prójimo, sea por el color de la piel, las ideas, la política o las clases socio-económicas.

Sí. Todo esto ya había desaparecido.

El hombre había evolucionado tanto que no era posible que hubiera diferencias de ninguna índole.

Tampoco las discrepancias entre hombres y mujeres: mismos derechos, mismas obligaciones, y mismas oportunidades.

Se puede aseverar que se trataba de un mundo ideal, un planeta feliz y armonioso. Donde todo era alegría y regocijo.

Pero, es que el ADN humano seguía siendo humano. Y hete aquí que como no todos tenían las mismas profesiones, comenzó una escalada diferenciada.

Había muchas profesiones y tantos oficios, y cada cual marcaba la diferencia, a pesar de que cada uno obtenía réditos económicos diferentes y el sistema social se encargaba de equilibrar que todos obtuvieran más o menos el mismo peculio.

Pero aun así no había forma de arrancar de las entrañas genéticas del ser humano esa sutil diferencia que se manifestaba cada vez más en las relaciones diarias. Diferencia que fue in crescendo constantemente hasta alcanzar elevados picos de enfrentamientos entre la humanidad toda.

Fue entonces que los educados en altos niveles universitarios crearon guetos y se aislaron del resto, e hicieron alianzas con las personas con titulaciones de grado, y de grados intermedios; también se unieron los titulados de educación secundaria, terciaria, superior, y los oficios de mayor empeño intelectual, como bancarios, abogados, ingenieros, técnicos superiores, políticos, oficios liberales y otros más.

Y del otro lado estaban los no titulados en ninguna ciencia, los analfabetos funcionales, aquellos con estudios primarios, algunos graduados de instituto, varios oficios no especializados y ciertos empleados públicos.

Posteriormente, hubo una batalla campal con armas caseras, palos, hachas, armas blancas y pequeñas pistolas; y luego de un tiempo de luchas sañudas vencieron los más educados.

Prontamente, los más preparados se dieron cuenta que, sin los menos preparados a su merced, no serían capaces de sobrevivir; tuvieron que pensar alguna solución urgente.

Y fue así como crearon las religiones, la televisión, el fútbol, el reggaetón, las dictaduras, los fast-foods, la sopa de verduras, los best-sellers, el populismo, la educación chatarra, la brutalidad y la ignorancia.

Hoy el mundo continúa ajeno a esta historia, dividido, -como señalé al inicio-, entre los educados y los no educados.

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